Remoje los garbanzos durante 24 horas en un tazón grande, cubierto por al menos un par de pulgadas de agua.
Escurra los garbanzos y colóquelos en un procesador de alimentos con un accesorio de cuchilla junto con el perejil, el cilantro, la sal, el cilantro molido, el comino, las cebollas y el ajo (estos dos últimos picados en trocitos).
Procese la mezcla a una temperatura alta hasta que esté bien integrada, alrededor de 3 a 4 minutos; pero sin llegar a hacerse puré. La textura que se busca lograr es granulada sin demasiado procesamiento.
Para garantizar que todo se mezcle bien, de vez en cuando abra la parte superior del procesador y empuje hacia el centro la mezcla que sube por los lados.
Luego deposite la mezcla a un tazón, espolvoree con la harina de garbanzos y el polvo de hornear. Luego mezcle con una espátula.
Forme la mezcla de falafel en bolitas del tamaño de una cucharada colmada. Aplanar ligeramente y colocar en una bandeja forrada de pergamino. Continúe hasta que se formen todas las bolas de falafel.
Coloque la bandeja en la nevera durante una hora aproximadamente para que la mezcla cuaje.
Llene una sartén grande con lados altos con un par de pulgadas de aceite y luego caliente a fuego medio.
Cuando el aceite esté caliente, agregue las bolas de falafel a la sartén bajándolas suavemente en el aceite caliente. Deje un amplio espacio entre las bolas.
Cocine el falafel en el primer lado durante unos 30-60 segundos sin moverlo para que no se deshaga. El falafel está listo para voltear cuando los lados se hayan vuelto dorados.
Voltee el falafel y cocine en el otro lado durante 30 segundos antes de retirarlos de la sartén a una bandeja forrada con toallas de papel.
Continúe hasta que todos los falafes estén cocidos.