Pela las cebollas y córtalas por la mitad desde el extremo de la raíz.

Coloca cada mitad sobre una tabla de cortar con la raíz hacia ti y corta en rodajas finas de aproximadamente ¼ de pulgada. Repite con todas las mitades.

En una olla grande, derrite la mantequilla a fuego medio hasta que comience a burbujear.

Agrega un puñado de cebollas a la olla y cocina durante 1-2 minutos hasta que estén blandas y translúcidas. Repite el proceso con el resto de las cebollas, incorporándolas poco a poco.

Reduce el fuego a medio-bajo y añade una pizca de sal para ayudar a liberar los azúcares naturales de las cebollas. Cocina removiendo cada pocos minutos durante unos 15-20 minutos.

Para obtener cebollas más doradas y suaves, continúa cocinando otros 15-20 minutos, removiendo regularmente. Si notas que se seca la olla, añade una cucharada de agua o caldo para evitar que las cebollas se quemen.

Si buscas cebollas de color caoba oscuro con matices crujientes, cocina durante 10 minutos adicionales. Remueve con frecuencia y mantén el fuego bajo para evitar que se quemen.

Deja enfriar las cebollas caramelizadas antes de usarlas o guárdalas en un recipiente hermético. Se conservan hasta una semana en la nevera.